sábado, 31 de diciembre de 2016

Fin de Año- ¡Feliz Año!

Hola a todas, hoy siendo como es el último día del año no quería que pasara sin despedirlo como es de rigor con todas vosotras.
Se me han quedado en el tintero muchas tradiciones navideñas que quisiera compartir con vosotras, pero ya habrá otros momentos, no lo dudéis.

Esta noche celebraremos la nochevieja como todos los años, de la misma forma que lo hacía cuando era una niña.
La tradición de comer las uvas, no se si se trata de una leyenda urbana, o en verdad sucedió así como lo cuentan, pues se han dicho diversas versiones sobre el tema, aunque la que más fuerza parece tener es la de que en 1909, unos agricultores (unos dicen que españoles, concretamente de Alicante, otros dicen que italianos) al tener ese año un gran excedente de producción de uva, tuvieron la feliz idea de comer uvas en la noche de fin de año, idea que tuvo una muy buena acogida y logró consolidarse y convertirse en tradición.

En el caso de que no os gusten las uvas, o no podáis tomarlas, cualquier cosa que se pueda comer por docenas servirá, eso si, de tamaño similar al de las uvas, por lo que quedan descartados automáticamente los huevos duros, los melones, las sandias y similares.

Bueno amigas, bromas a parte, os reitero mis mejores deseos para todas para el próximo año, y pasadlo super-bien esta noche. Un Abrazo y brindo con todas vosotras

viernes, 23 de diciembre de 2016

Navidad-Adviento II

Que cierto es, que esta época del año y sus tradiciones me apasionan, y recordar la de los años pasados de nuestra infancia aún me gusta más.
Tal es el número de tradiciones y costumbres que me vienen a la memoria, que no me ha quedado más remedio que
dividir esta entrada, para que no resultara tan larga, espero que en esta parte acabe de contaros todo lo que quiero, sin extenderme demasiado, pues de otra forma tendré que seguir dividiendo.
Hoy día, no creo que exista ser humano del mundo civilizado, tal y como lo conocemos, que no tenga su correo electrónico particular.
Lo cierto es, que es muy práctico para asuntos comerciales y profesionales. Pero, para temas personales y familiares, incluso de amigos, lo encuentro frío y distante.
No hay cosa más impersonal (para mí, por supuesto) que recibir una felicitación navideña o de cualquier otra cosa por e-mail, literalmente "me mata".
Yo que me lo paso "pipa" eligiendo postalitas, eligiendo el texto que voy a poner según para quien vaya dirigida, buscando frases,
poesías... En fin, tratando de conseguir con mi felicitación, llevar todos mis buenos deseos a quien van destinados y después, en la mayoría de los casos, me responden con un e-mail.

Reconozco que el tema de las postales es un trabajo que necesita su tiempo y dedicación, y entiendo que no todo el mundo dispone de ese tiempo para dedicárselo, precisamente a esta "menudencia", amén de que  también necesita un pequeño gasto, dependiendo del número de amigos, familiares y conocidos a los que tienes que felicitar.
Pero yo no concibo una Navidad sin postales, y año tras año he sido fiel a esta tradición, y pienso seguir haciéndolo, a pesar de que cada vez sean menos las que yo recibo en papel.

De pequeña me gustaban mucho las que estaban ilustradas por Ferrándiz, eran sencillamente encantadoras, y no en vano marcaron una etapa.

En casa, como ya os comenté, no nos conformamos con un solo árbol y con un solo pesebre, y ahora, después de haber instalado los árboles, le toca el turno a los pesebres, y como tienen ya algunos años, el más "joven" por así decirlo, lo empezamos mi marido y yo, cuando nuestra hija era un bebé, así que ya tiene más de 20 años, y los otros son de mi infancia.

El que más recuerdos me trae de aquellos años es uno de figuritas de plástico y bastante "cabezones", por decirlo así, pues las figuritas tienen la proporción del cuerpecito y la cabeza como desproporcionada.

Uno como este lo ponían en el colegio, en mi aula de 1º de primaria y, desde aquel momento en que lo ví por primera vez, aquellas figuritas me robaron el corazón.

No podemos olvidar, que la Navidad, también tiene tradiciones en lo que a comida y dulces se refiere.
En mi casa, el día de Navidad siempre, siempre se ha comido pavo ó pava.

De hecho se sigue comiendo, de mil formas distintas, eso sí; "Pavo entero al horno", "Pavo relleno también al horno", "Pavita con arroz", "Pavita rustida", "Pavo con orejones, ciruelas y piñones",...
Para el resto de festivos, somos un poco más flexibles, pero el día de Navidad no, siempre pavo.
En cuestión de dulces, el turrón en sus mil y una variantes se lleva el premio.
Como no podía ser de otra forma, de niña, recuerdo muchos anuncios de turrón, "El lobo", "El turrón 25", "Suchard",... pero el que se ha convertido en un clásico, "El Almendro" , que año tras año "vuelve a casa por Navidad".


De otra parte, en la actualidad, mi hija, digna heredera de las costumbres de esta familia, la nuestra, nos regala con un tronco de Navidad relleno de trufa, de creación propia, que (como dice un amigo nuestro) quita el "sentío".

Dejando a un lado la gastronomía, tenemos otras tradiciones, que aún no siendo imprescindibles, si que aportan su granito de ilusión en estas fechas, me estoy refiriendo a la lotería. Espero que vosotras seáis más afortunadas que yo, pues nunca, nunca me ha tocado nada.

Y para "cerrar" este paseo por las tradiciones navideñas, no podemos dejar de hablar de la música "los villancicos". Ahora los tenemos muy variados, para mí prefiero las canciones navideñas que tienen mensaje familiar o religioso. Pero cuando éramos niñas, yo por lo menos, solo conocía las canciones populares que cantaban los niños a golpe de pandereta y zambomba, y "El tamborilero" de Raphael, que para mí, es el más bello y tierno villancico que se ha escrito.
Tengo la suerte de conservar un vinilo de él, que fue regalo de mi añorada abuelita.


Quizás no, seguro que me dejo muchas cosas en el tintero, y cosas que desconozco, pero que también están ahí.
Y vosotras ¿cómo celebráis la Navidad?, o no la celebráis, porque también puede ser, y es igualmente aceptable.
En cualquier caso, tanto si la celebráis como para la que no lo haga es mí deseo haceros llegar a todas, mis mejores deseos de Paz, Felicidad, Salud y todas aquellas cosas que tengáis en mente y que sean importantes para vosotras. Que se os cumplan todos y cada uno de vuestros anhelos. Y que siempre pueda contar con vuestra compañía y vosotras con la mía.


viernes, 9 de diciembre de 2016

Adviento-Navidad

No sé vosotras, pero yo, tengo la sensación este año de que la Navidad ha llegado muy temprano. No es que me disguste, en absoluto, me considero  una fan incondicional de la Navidad, y me gustan aún más estas semanas previas, de preparativos, de compras, de ambiente navideño por todas partes, que propiamente el día de Navidad y las demás fechas señaladas.

Pues como os decía, este año ha sido muy madrugadora y ha invadido con su encanto y su magia, calles y comercios, y este fin de semana también ha llegado a mi casa.

A nosotros nos gustan todas las tradiciones en lo que a adornos se refiere, por lo que ponemos árboles (sí, en plural, porque ponemos tres) nacimientos (también ponemos tres) y un no acabar de estrellas, flores de pascua, muérdago, muñecos de nieve, calcetines, papas noeles...

Mi casa en estas fechas se convierte en un bazar de adornos navideños. Porque tenemos adornos de al menos 30 años atrás, y año tras año hemos ido aumentando la colección con piezas nuevas.
Desde luego que, para nosotros, si hay unas fechas entrañables, que marcan la diferencia, (con muchísima diferencia), esas fechas son las de la última quincena de Diciembre.


Como es costumbre y natural en mí, la nostalgia de los tiempos pasados, se revela y se hace más patente en Navidad, ya que son las fechas en las que los niños, sobre todo, lo pasan genial, pues son los protagonistas indiscutibles.

No existe nada en esta vida más bello, más enternecedor y más auténtico que la mirada, el gesto que refleja la ilusión, mezcla también de inocencia, de un niño ante ese juguete con el que ha estado soñando días, semanas y hasta meses y que por fin "Los Reyes" o "Papa Noel" le han hecho llegar.
Esa ilusión no hay dinero en el mundo que pueda pagarla.


Luego están las no menos entrañables reuniones familiares y de amigos, que no siempre salen como planeas que han de salir. Por no hablar de la cantidad de cosas que se han de preparar, arreglar, limpiar, etc... si resultas "agraciada" con la celebración en tu casa y toca ser la anfitriona de "tu familia", y te encuentras de repente pidiendo sillas a tu vecina, preparando menús y postres "a gogó", envolviendo regalos, etc... porque esa Nochebuena seréis más de 20 para cenar (todas sabéis de qué estoy hablando ¿verdad?) A mí este año no me toca.¡ Uff, que alivio !

Pero bueno, la mayoría de las veces, merece la pena pues, a fin de cuentas, la familia es lo mejor que uno tiene, y cualquier esfuerzo o sacrificio que se haga en pos de esta primordial institución nuestra, se verá siempre de sobras recompensado, sin duda alguna.


Volviendo la vista hacia mis Navidades infantiles, las recuerdo "cargadas" de ilusión, de juguetes y de "calor de hogar". Mi madre tenía por costumbre traer a casa "un arbolito" (porque, francamente, era pequeñito) y lo colocaba encima del mueble del salón, que era de aquellos antiguos, con un espejo incorporado, y que le llamaban "bufette" (no me preguntéis por qué, porque no lo se).

Yo me pasaba todas las tardes de las vacaciones de Navidad junto a aquel pequeño árbol "atiborrado" de bolas, luces y serpentinas de colores, y en su base ponía una miniatura de carro blanco con un caballito que tiraba de él y un muñeco de nieve que lo conducía, también ponía un pequeño cervatillo del mismo color blanco (como nevado) con un collar de terciopelo rojo y, completando la decoración, un minúsculo portal de belén también blanco, con La Virgen, San José y el Niño. Para mí aquello era "lo más". Por desgracia todos aquellos adornos los debí de extraviar en alguna mudanza, pues los eché en falta hace ya bastantes años.

Hay otra cosa que echo bastante en falta de aquellos años, o mejor dicho, no es una cosa, era una costumbre, me refiero "al sereno", "al vigilante", "al cartero", "al basurero"... llamando a la puerta para desearte "Felices Fiestas" y pedirte "el aguinaldo" a cambio de una "estampita", era del todo entrañable. Estampita que mi madre ponía en fila o en columna, de arriba a bajo del espejo del mueble (bufette) del comedor.

Lo que no me dejaba dormir aquellos días era la inminente llegada de los Reyes Magos. Mí preocupación se centraba en portarme muy bien para que "Sus Majestades" me trajeran lo que les había pedido, que prácticamente era cada año lo mismo:


* Una cartera para el colegio
* Un estuche con colores y rotuladores
* Una maquineta de muñequito
* Una muñeca ( que nunca era la que yo pedía, sino la que mi madre tenía a bien comprarme )
* Algún vestido para mi Nancy
* Un cuento de pintar y un cuento de leer.
* Y algún juguete o juego más, que era lo que cambiaba de mi carta cada año, pero todo lo anterior siempre era lo mismo.


Recuerdo que la Navidad de mis 8 años fue cuando supe "la verdad" sobre los reyes, y la recuerdo como una gran desilusión.
 El primer desencanto de mi entonces corta existencia.  Pero para consuelo de mi disgusto, siempre tuve a mi lado a mi "pequeña amiga" Nancy, que me escuchaba paciente, y me dejaba que la peinase, le cambiase el vestidito  y le diese la merienda, que siempre compartimos durante muchos años.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Olores que evocan historias

Si existe algo que enciende o despierta en la persona la "luz" de sus recuerdos eso es "el olfato". Las fragancias, las esencias, los perfumes, la colonia,



los aromas de un dulce, de un postre, de una comida...son capaces de transportarnos a otros tiempos, con otras gentes y en otros lugares, como si fuésemos tocados por una varita mágica. Si, eso es, los olores tienen la capacidad de hacer magia en nuestro subconsciente.

¿Quien no recuerda la colonia que su madre le ponía cada mañana cuando la ayudaba a prepararse  para ir al colegio, por ejemplo?. Yo recuerdo cuando la mía me peinaba las trenzas y me "empapaba" literalmente en colonia "Heno de Pravia".

Salia de casa con la cabeza mojada en colonia, y no contenta con eso, yo cogía el pañuelo (que ahora la mayoría usamos de papel pero que en aquel tiempo era de tela, con estampados de flores o de dibujos infantiles) y también lo empapaba de la misma colonia y me lo ponía en el bolsillo de la bata del colegio con el consiguiente  "manchurrón" que dejaba, pues le ponía tanta que se podía escurrir.

Menos mal que era una colonia fresca y suave,  porque de otra forma, no imagino a nadie cerca de mí soportando el olor.
Es una suerte que esa colonia se siga comercializando, pues yo sigo usandola en mi casa, para el día a día. Nunca falta una botella de Heno de Pravia en mi baño, aunque ahora soy bastante más moderada en su uso.

Como no acordarse de aquel primer frasco de colonia "de mayor" que "alguien" te regaló por tu 12º cumpleaños o por Navidad o simplemente por que "le dió la gana". Y tu te sentiste una chica especial, oliendo a aquello, que en mi caso, no era Heno de Pravia y fue "Azur de Puig".

Y me la regaló mi prima (la de los tebeos y los cuentos, la misma) porque ella la usaba y a mí me gustaba como olía ella.


Creo poder asegurar que cada momento importante de mi vida o por lo menos, cada momento que recuerdo de mí, lleva asociado una fragancia. Por poner un ejemplo, siempre que evoco el bebé que fue mi hija, me viene el olor a "Denenes" y a "Nenuco".







Cuando recuerdo mi escuela, a parte del Heno de Pravia que llevaba yo en todo mi ser, me viene el olor a libros nuevos y a libretas,





a papel de imprenta impreso y nuevo, a goma de borrar,


a pegamento y a tantas otras cosas que todas juntas conforman ese "olor" que yo recuerdo que tenía mi escuela.

La casa de mi querida abuelita olía a bizcocho, a canela y en general a horno caliente con algún dulce en su interior. Ella, en su aseo de cada día siempre se ponía unos polvos sueltos de la casa Myrurgia que se llaman "Maderas de Oriente".


Por eso el bizcocho y la canela donde quiera que lo huela me da la sensación de estar merendando con mi yaya, y esos polvos perfumados (que conservo como un pequeño tesoro) evocan el abrazo de aquella mujer que fue mi abuelita.


Cuantos recuerdos ¿verdad? y cuántos olores distintos. Y vuestras Nancys ¿a qué os huelen?.

A mí las de mi niñez me olian a caramelos y las de ahora me huelen a "Chanel 5", porque las he perfumado así, pues la goma y el plástico del que están hechos tienen un olor un poco fuerte y no muy agradable, así que ahora huelen a Marilyn Monroe ¡ja,ja!

Otro recuerdo aromático que tengo grabado en el "disco duro" de mi memoria es el del olor del pasaje donde vivía, al volver del colegio, al mediodía para comer. Aquello era un poco caótico, ya que se puede decir que olía a todo, era una mezcla de todos los olores de las comidas que estaban haciendo las vecinas, cada una en su casa. A pesar de no ser ni de lejos un aroma distinguido, si que era muy "de casa, familiar", me daba la sensación "de seguridad", puede parecer extraño, pero en ocasiones, cuando recuerdo algo de aquellos años, automáticamente me viene el olor de comida casera y la imagen de yo misma subiendo o bajando las escaleras de mi casa.


El aroma que desprenden las agujas del abeto en Navidad, es otro de los que me despiertan muchos y gratos recuerdos "dormidos" en el tiempo, pero eso amigas os lo contaré en otra ocasión ¿ de acuerdo?. ¡¡Un besote!!