Era una Nancy de cabello y ojos castaños como yo, y vestida con una túnica igual a la que yo llevé, el día de mi 1ª Comunión. Mi abuela tuvo en cuenta hasta el mas mínimo detalle. Era su forma de ser.
Sin querer parecer "ñoña", el recuerdo de mi abuela es una constante que está muy presente a lo largo de mi infancia, y también después. Y es que para mí, es una de las personas más importantes en mi vida.
Se llamaba Maria y me dio muchas lecciones de vida.
Si me lo permitís, esta entrada se la quiero dedicar a mi abuela y a todas las abuelas, que de igual modo que la mía, dejaron en sus hijos y nietos una huella indeleble, y sobre todo un bonito recuerdo de su amor y su buen hacer.
¡¡Te quiero yaya!!
Entre otras muchas cosas, de mi abuela aprendí a querer el noble arte de cocinar. Si gustáis, aquí os apunto una de sus "míticas" recetas: "el arroz con leche".
Ingredientes: 1 litro de agua, 1 litro de leche, 300 G de azúcar blanco, 300 G de arroz, unas cortezas de limón.
Preparación: se echan en una cacerola el agua, la leche y el arroz y se coloca al fuego. Cuando la leche comience a hervir, se añaden el azúcar y las cortezas de limón y se le da vueltas hasta que el arroz esté hecho. Se retira del fuego, se deja enfriar y ¡ya está!. ¡Buen Provecho!
También de ella adquirí, lo que más tarde se convirtió en mi profesión: la confección; a ella y a su hermana, mi tia-abuela Dora. Ambas me enseñaron todo lo que sé.