Cuando yo era niña, la fiesta de Halloween no tenía seguidores aquí en nuestro país, conocíamos lo de "truco o trato" por las películas americanas que nos llegaban, pero nada más.
A pesar de que ambas celebraciones equivalen a la misma, solo que las costumbres diferentes hacen que la forma de celebrarlo también sea distinta.
Halloween viene del acrónimo "All hallows Eve" (La víspera de todos los santos), es de origen celta y se celebra en todos los países donde predomina la cultura anglosajona.
En su origen, los celtas festejaban el final del verano y la recogida de sus cosechas con el comienzo del Invierno, consideraban que era un día clave para tal fin, además de que creían que también era un momento propicio para que los espíritus volvieran a la tierra.
La tradición de disfrazarse viene del miedo que sentían por los espíritus malévolos que pudieran "colarse" y con el disfraz los ahuyentaban. Esta divertida costumbre se está extendiendo cada vez más por toda sudamérica y por europa.
Aquí, nuestro culto "al más allá" se reduce a una reverencial visita al camposanto para recordar a nuestros seres queridos ausentes, a pesar de que la fiesta anglosajona tiene cada vez más seguidores.
A mí de estas celebraciones lo que más me gusta es su gastronomía. De la mano de mí abuela (¿cómo no?) aprendí a hacer unos dulces que en mi familia son un clásico, "las empiñonadas".
Ingredientes: 500 grs de almendras crudas y molidas, 400 grs de azúcar, 300 grs de patata o boniato, la piel de un limón,un huevo, margarina, harina y piñones.
Preparación: se cuecen las patatas o los boniatos con la piel, una vez cocidos se escurren, se pelan y se hace un puré cuando todavía están calientes y se deja enfriar completamente, una vez hecho. A continuación, se le añade el azúcar, las almendras molidas y la piel del limón rallada. Con un tenedor, mezclaremos la masa sin removerla excesivamente para que no se ablande, hasta que quede bien uniforme (muy importante).
Ahora enaharinaos las manos para que no se os pegue la masa e ir haciendo bolitas a las que pasaréis por la clara de un huevo batida y la rebozaréis de piñones e iréis disponiendo en una bandeja para el horno previamente untada con margarina y harina. Una vez acabadas todas las bolitas las "pintaremos" con la yema del huevo batida. Hecho esto, la colocaremos en el horno previamente calentado a 225 grados, entre 8 y 10 minutos. ¡Y ya están!
La noche de Todos los Santos, es decir la del 31 de Octubre, hacemos una "castañada" y asamos castañas y también boniatos. Y, junto a las empiñonadas y un poquito de vino dulce (moscatel o mistela), nos damos una comilona.
Esta costumbre, en casa la recuerdo desde que tengo uso de razón y me gusta especialmente, pues, con ella, "abrimos" la puerta al Otoño, que es mi estación del año favorita.
Me gusta contemplar los parques como cambian de color.Y encontrarte un quiosco donde asan castañas. Y cuando las hojas caen al suelo, me gusta pisarlas y andar sobre ellas, y ponerme los zapatos perdidos de polvo, como cuando era una niña, con la única diferencia de que, ahora mi madre no puede darme una reprimenda por ensuciarme (que dicho sea de paso, no le sirvieron de mucho las regañinas, pues yo me sigo ensuciando) los zapatos, aunque se queja igual. Hay cosas que nunca cambian.
...Y cuando puedo me escapo al bosque, pues allí el Otoño todavía es más exuberante que en la ciudad, por la cantidad de árboles diferentes que nos encontramos y sus correspondientes hojas caídas.
En mi familia las aficiones también las hacemos familiares, así que mí marido y mí hija se suman con gusto y vamos al bosque a recoger hojas y con ellas confeccionamos guirnaldas larguísimas que, después, adornamos con purpurina, lacitos, bolas de colores, y todo lo que se nos ocurra colgarle y, con ella, decoramos la casa para Navidad. Pero eso es otra historia, que os contaré otro día, pues si no nos saldremos del tema de hoy. Ya me contareis como os han salido las empiñonadas, si las hacéis. Un abrazo a todas.