lunes, 16 de julio de 2018

Las tiendas, los mercados "de antes"

Hubo un tiempo, no hace tanto, que los supermercados, autoservicios y toda clase de comercios "a lo grande" se impusieron, desplazando a la "tienda de toda la vida".


Al principio parecía que aquello era "guai", ya que estas grandes superficies ofrecen una oferta de cualquier cosa, muy por encima (en cantidad y variación) de lo que un comercio o tienda de barrio puede ofrecer.

Pero la práctica a través  de la perspectiva del tiempo es otra cosa.

Las grandes superficies no son ni con mucho "la panacea" de nada.

Los diseñadores de semejantes "monstruos comerciales" no tuvieron en cuenta muchos detalles impotantísimos (que conste que hablo siempre desde mi perspectiva personal y en este caso como consumidora).
Uno de los más destacables, en mi opinión, es lo agotador que resulta comprar en un lugar de esos.
Primero llegar al aparcamiento, enorme, algunas de estas superficies tienen más de un nivel, unos en cima de otros, aparcas, que en el mejor de los casos y suponiendo que encuentres sitio en el primer nivel, digamos a "ras de calle", desde allí vas al vestíbulo del recinto, tienes casi 500 metros para andarlos y luego para des-andarlos a la vuelta ¡ya tenemos 1 km chicas!.

Después entramos allí y según lo que tengas que hacer, supongamos que le vas a comprar unas camisas a tu marido, unos zapatos para ti y un regalo para tu hija por su "cumple".

Las  tiendas de una cosa y otra no tienen por qué estar cerca las unas de las otras, todo lo contrario, además después quieres entrar al supermercado (ya la palabra lo dice todo "super") donde necesitas adquirir varias cosas para la casa, que para encontrarlas, tienes que recorrer pasillos y pasillos de artículos de todo tipo, con lo que al final de la jornada, cuando has acabado y estás de vuelta en el aparcamiento, donde estacionaste tu vehículo, son 2 horas más tarde y te has hecho una caminata de al menos 3 km.


Esto para mí, cuando tenía 30 años me parecía asumible y hasta divertido, porque me llevaba a mi hija, que entonces era pequeñita y a mi marido, y nos entreteníamos mirando cosas, juguetes,... Y NO ME CANSABA.

Pero ahora chicas, no me puedo permitir esos "lujos" porque si me hago una de esas "maratones" cuando llego a mi casa estoy hecha "un trapo" y no me quedan fuerzas ni para quejarme.

Recuerdo cuando eramos niñas, que la superficie más grande que yo conocía era "El Corte Inglés", me encantaba ir con mi madre en "las rebajas" de verano y de invierno, me entusiasmaban las escaleras mecánicas.

Podéis imaginarme para arriba, para abajo, una y otra vez, pero lo peor no era eso, lo peor era que mi "entusiasmo" no era único, y como los niños somos de aquella manera, de hacer lo que vemos en otros, pues si en aquel momento había por allí cerca 5,6 ó 7 niños, estábamos todos en las escaleras mecánicas, con lo cual, al final, se nos veía mucho y acababan echándonos de allí, diciendo aquel consabido "aquí no se juega niños".


Aunque me lo pasara "chupi" en las escaleras  del Corte Inglés, a mí me gustaba más "la plaza" donde mi madre compraba con asiduidad. Los puestos de las cosas más variadas se sucedían unos al lado de los otros, lo que conocíamos entonces como "paradas".

Mis preferidas eran las de pescado y las de frutas porque las señoras que despachaban me regalaban dentro de una bolsa "un cangrejito" o unas cuantas cerezas, en el caso de las fruteras. ¡Que recuerdos, madre mía!, los estoy evocando ahora, después de más de cuarenta años de no recordarlos y parece que los estoy viendo.

A mi me encantaba ir a comprar con mi madre, aunque solo podía acompañarla en vacaciones, cuando no iba al colegio, o los sábados. Mi madre tenía la costumbre de ir a la plaza a diario, en aquel tiempo no se llevaba congelar la comida, o por lo menos ella no lo hacía.

Muchas veces mi hermano también se venía, y mientras mi madre "hacía cola" en las paradas, mi hermano y yo nos íbamos de "tour" por toda la plaza. Nos gustaba sobre todo aquellos puestos que ponían en el exterior, que por lo general eran de verduras, frutas y hortalizas, y también había alguno de golosinas y frutos secos, que básicamente era "ese" nuestro objetivo.

Me parece estar percibiendo aquel "olor" tan característico a "fresco" a "plantas" como a hierba recién cortada.

Luego nos pasábamos por la parada que hacía las veces de "bar del mercado" y nos comprábamos un "cacaolat" con las monedas que nos había dado mamá. Todavía ahora cuando bebo cacaolat, me recuerda aquellos momentos.

 Me parece estar viendo la carita de mi hermano con el "cerco" que le dejaba el chocolate, a mi también, por supuesto, pero ese lo veía él, y siempre acabábamos "compitiendo" sobre a quien se le había hecho el  "bigote" más grande, que cosas tenemos los niños ¿eh chicas?.

Este tipo de "mercados o plazas" por desgracia están en "peligro de extinción", cada vez son menos los que quedan, y son reemplazados por otro tipo de establecimientos, mucho más "impersonales" y menos cercanos al cliente.

En los mercados tenías una persona en cada parada como mínimo, para atenderte, a veces más, en los "supers" de ahora, tienes pasillos llenos de estantes, llenos de cosas, si hay alguien por allí es reponiendo género en los estantes, y la única persona que trata directamente con el cliente es la que está en la caja, que por lo general no suelen ser "la alegría de la huerta" precisamente.

Por lo que ya no es lo mismo. Creo que antes, el sistema era mejor, más humano y cercano, pero sobre todo, tal y como yo lo entiendo, más práctico.

Porque además resulta que si por casualidad, estas haciendo la compra y se va la luz, no puedes comprar, porque no lo pueden registrar en el ordenador de la caja, así que ¡a fastidiarse!, ¿no os ha pasado alguna vez chicas?, a mí si.

Con lo fácil que era llegar a la tienda  X  pedir las cosas que necesitabas y después de tenerlas en el mostrador, la dependienta sacaba su lápiz y su libretita y te hacía la cuenta con o sin luz, daba igual, no hacía falta. Como la tienda de ultramarinos de la Sra Fina, que había al lado mismo de donde yo vivía.

La verdad chicas, a veces creo que las cosas sencillas de todos los días, tendrían que haberlas dejado como estaban, los avances tecnológicos aplicados a todo absolutamente, creo (en mi modesta opinión) que no son la mejor opción.

No es cierto que te hagan la vida más fácil, incluso a veces la complican considerablemente.

Pero ya, ya ...lo se, nadie me va ha hacer caso. ¿O sí?.

A lo mejor todo es cuestión de proponerlo.

Hay municipios, por lo menos aquí donde yo vivo, que desde hace un tiempo tratan de fomentar el comercio del pueblo, de las tiendas pequeñas y cercanas, para que la gente  consuma artículos y productos propios, sobre todo los de la "huerta", incluso algunos le ponen "su marca".

De esta forma tratan de salvaguardar el pequeño comercio, el de toda la vida.

¡Ojalá y prospere su iniciativa! a mí por lo menos me haría muy feliz.

 Y ya "de paso" que los bancos no se pongan "tan estupendos", que de no cobrar por aquellas "gestiones" cotidianas, simples, como transferencias, ingresar en cuentas,duplicados de recibos...Han pasado a cobrarte hasta por pedirles "la hora". O como me pasó a mí el otro día que fui a por cambio (monedas, billetes pequeños, etc) al BBVA , y como no tengo cuenta con ellos, no me lo dieron.

Parece de película de "enredo" chicas pero es  verdad.

Pero bueno, ¡a las penas alegrías! y con este tiempo y este calorcito, ¿quien se puede poner triste o enfadado? nadie chicas. Y las que esteis de vacaciones, pues eso a pasarlo en grande y ya nos veremos.

Un abrazo nancyfans.