viernes, 9 de diciembre de 2016

Adviento-Navidad

No sé vosotras, pero yo, tengo la sensación este año de que la Navidad ha llegado muy temprano. No es que me disguste, en absoluto, me considero  una fan incondicional de la Navidad, y me gustan aún más estas semanas previas, de preparativos, de compras, de ambiente navideño por todas partes, que propiamente el día de Navidad y las demás fechas señaladas.

Pues como os decía, este año ha sido muy madrugadora y ha invadido con su encanto y su magia, calles y comercios, y este fin de semana también ha llegado a mi casa.

A nosotros nos gustan todas las tradiciones en lo que a adornos se refiere, por lo que ponemos árboles (sí, en plural, porque ponemos tres) nacimientos (también ponemos tres) y un no acabar de estrellas, flores de pascua, muérdago, muñecos de nieve, calcetines, papas noeles...

Mi casa en estas fechas se convierte en un bazar de adornos navideños. Porque tenemos adornos de al menos 30 años atrás, y año tras año hemos ido aumentando la colección con piezas nuevas.
Desde luego que, para nosotros, si hay unas fechas entrañables, que marcan la diferencia, (con muchísima diferencia), esas fechas son las de la última quincena de Diciembre.


Como es costumbre y natural en mí, la nostalgia de los tiempos pasados, se revela y se hace más patente en Navidad, ya que son las fechas en las que los niños, sobre todo, lo pasan genial, pues son los protagonistas indiscutibles.

No existe nada en esta vida más bello, más enternecedor y más auténtico que la mirada, el gesto que refleja la ilusión, mezcla también de inocencia, de un niño ante ese juguete con el que ha estado soñando días, semanas y hasta meses y que por fin "Los Reyes" o "Papa Noel" le han hecho llegar.
Esa ilusión no hay dinero en el mundo que pueda pagarla.


Luego están las no menos entrañables reuniones familiares y de amigos, que no siempre salen como planeas que han de salir. Por no hablar de la cantidad de cosas que se han de preparar, arreglar, limpiar, etc... si resultas "agraciada" con la celebración en tu casa y toca ser la anfitriona de "tu familia", y te encuentras de repente pidiendo sillas a tu vecina, preparando menús y postres "a gogó", envolviendo regalos, etc... porque esa Nochebuena seréis más de 20 para cenar (todas sabéis de qué estoy hablando ¿verdad?) A mí este año no me toca.¡ Uff, que alivio !

Pero bueno, la mayoría de las veces, merece la pena pues, a fin de cuentas, la familia es lo mejor que uno tiene, y cualquier esfuerzo o sacrificio que se haga en pos de esta primordial institución nuestra, se verá siempre de sobras recompensado, sin duda alguna.


Volviendo la vista hacia mis Navidades infantiles, las recuerdo "cargadas" de ilusión, de juguetes y de "calor de hogar". Mi madre tenía por costumbre traer a casa "un arbolito" (porque, francamente, era pequeñito) y lo colocaba encima del mueble del salón, que era de aquellos antiguos, con un espejo incorporado, y que le llamaban "bufette" (no me preguntéis por qué, porque no lo se).

Yo me pasaba todas las tardes de las vacaciones de Navidad junto a aquel pequeño árbol "atiborrado" de bolas, luces y serpentinas de colores, y en su base ponía una miniatura de carro blanco con un caballito que tiraba de él y un muñeco de nieve que lo conducía, también ponía un pequeño cervatillo del mismo color blanco (como nevado) con un collar de terciopelo rojo y, completando la decoración, un minúsculo portal de belén también blanco, con La Virgen, San José y el Niño. Para mí aquello era "lo más". Por desgracia todos aquellos adornos los debí de extraviar en alguna mudanza, pues los eché en falta hace ya bastantes años.

Hay otra cosa que echo bastante en falta de aquellos años, o mejor dicho, no es una cosa, era una costumbre, me refiero "al sereno", "al vigilante", "al cartero", "al basurero"... llamando a la puerta para desearte "Felices Fiestas" y pedirte "el aguinaldo" a cambio de una "estampita", era del todo entrañable. Estampita que mi madre ponía en fila o en columna, de arriba a bajo del espejo del mueble (bufette) del comedor.

Lo que no me dejaba dormir aquellos días era la inminente llegada de los Reyes Magos. Mí preocupación se centraba en portarme muy bien para que "Sus Majestades" me trajeran lo que les había pedido, que prácticamente era cada año lo mismo:


* Una cartera para el colegio
* Un estuche con colores y rotuladores
* Una maquineta de muñequito
* Una muñeca ( que nunca era la que yo pedía, sino la que mi madre tenía a bien comprarme )
* Algún vestido para mi Nancy
* Un cuento de pintar y un cuento de leer.
* Y algún juguete o juego más, que era lo que cambiaba de mi carta cada año, pero todo lo anterior siempre era lo mismo.


Recuerdo que la Navidad de mis 8 años fue cuando supe "la verdad" sobre los reyes, y la recuerdo como una gran desilusión.
 El primer desencanto de mi entonces corta existencia.  Pero para consuelo de mi disgusto, siempre tuve a mi lado a mi "pequeña amiga" Nancy, que me escuchaba paciente, y me dejaba que la peinase, le cambiase el vestidito  y le diese la merienda, que siempre compartimos durante muchos años.

2 comentarios:

  1. Que recuerdos las estampitas...me acuerdo que cuando acababan las fiestas siempre me las quedaba yo jeje muy mona tu carta a los reyes! en mi casa eramos 5 hermanos y solo nos traían dulces como mucho...pero ahora lo veo lógico, me acuerdo un año que nos trajeron una bici roja para todos jejeje y nos montabamos nosotros 5 y todos los vecinitos de la escalera, pobre bici! que recuerdos... Un beso

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    1. Hola querida,¡¡ vaya recuerdos eh!!, desde la distancia del tiempo todos son "bonitos" en el fondo. Pues mira que yo fuí una de aquellas vecinitas que aprendió con la bici de su amiga, pero se llamaba Ita, la bici era de ella y de su hermano Patri y la compartian conmigo y con otros vecinitos de la calle, a eso le llamo yo compartir. A mi nunca me trajeron una bici los reyes, y aquella BH verde hoja la recuerdo con mucho cariño. Muchas gracias por compartir tus recuerdos con nosotras Reme, un abrazo.

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