miércoles, 12 de abril de 2017

Semana Santa o las vacaciones de primavera

Acabada la Cuaresma, para los que como yo son creyentes, comienza la Semana Santa, y para el que no lo es, empieza un periodo de descanso, que a pesar de no ser muy largo, se aprovecha tanto o más, que las vacaciones de verano.


Sea como fuere amigas, tenemos por delante unos dias para hacer un poquito, como se suele decir, "de nuestra capa un sayo".

A mi, estos dias, me gusta vivirlos con las celebraciones propias de la Pascua, es decir, viendo alguna procesión, escuchando música propia de estos dias, ya sean saetas, música sacra o cantos gregorianos  y  como no, buscando en la programación de la TV alguna película interesante, ya sea bíblica o bien de algún personaje religioso que haya pasado a la historia, por su labor humana, para con el resto de la humanidad, o algún programa especial de estos que conectan con el Vaticano para retransmitir algún evento típico de estas fechas.

Todo esto dicho así, de un tirón, puede sonar "carca y aburrido", y en verdad quizás lo sea para muchos, lo entiendo, pero para mi no lo es.

Es la forma que tengo de vivir mi fe, aunque como ya he comentado otras veces, me puedo pasar meses sin poner un pie en la iglesia. Supongo que estas cosas forman parte de ser "pecador".

Cuando eramos niñas, recuerdo una vez en Viernes Santo, que mis padres me llevaron a un parque de atracciones, y me llamó muchísimo la atención, porque las atracciones estaban todas en funcionamiento, pero no sonaba música en ninguna de ellas. Os podéis imaginar la poca gracia que tenía aquello, pues de hecho, gran parte del "encanto" que tienen las atracciones de feria, es precisamente la música y el ruido que siempre le acompaña.


Mi padre le preguntó al responsable del carrusel, donde estaba yo, subida a un caballito, y este le dijo: "que no había música, porque había que guardar el debido respeto al duelo, por la muerte de Nuestro Señor". Y dicho esto, se dio  media vuelta y se fue, y nos dejó allí a mi padre y a mi con cara de "nada".

En aquellos tiempos, se tomaba más en serio y con mayor respeto lo referente a la Semana Santa y al "duelo" que lleva implícito, que a día de hoy, se reduce, prácticamente al ámbito de las cofradías y a las procesiones que organizan, hecha esta excepción, la Semana Santa, ha pasado a ser, para la gran mayoría, un periodo festivo y de descanso, y muy poco se tiene en cuenta el verdadero "espíritu" de la celebración de la Pascua.

Como en toda celebración que se precie, existen elementos que "adornan" acompañan y con ellos, se les da un "cariz" mucho más cercano y familiar, pues además, estos elementos, por decirlo de alguna forma, son los que "destacan" antes en el tiempo, y nos avisan de que "llega" lo demás.

Hay muchos y variados, y según el lugar y la costumbre son distintas, pero el que más destaca por su significado y quizás su forma es "el huevo de Pascua"

Existen muchas y variadas teorías en torno al significado simbólico, de este elemento tan festivo y divertido de estas fechas.

Desde los que nos hablan cuando el "Ave Fénix" se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde, a partir del huevo que lo había creado en un principio...

...Hasta que los hindúes sostienen la teoría de que el mundo había nacido de un huevo...

Los huevos de Pascua, en la antigüedad eran de gallina y de pato.

En la Edad Media, se regalaban a los niños durante las celebraciones, por aquel entonces, los cristianos se sumaron a esta costumbre, y también obsequiaban con huevos, durante la Pascua.

Fue a principios del siglo XIX, que en Italia, Francia y Alemania, aparecieron los "primeros" huevos, hechos de "chocolate" con pequeños regalos en su interior.
Huevos Fabergé

La costumbre de decorarlos, viene a representar la "luz del sol", la "vitalidad" que representa la primavera, tiempo de "renovación y renacimiento".

Desde siempre, el símbolo del huevo ha gozado de un significado importante para la humanidad.

En muchas culturas representa "vida nueva y esperanza". Razón por la cual aparece también durante la Pascua (la nuestra), evocando al "Cristo Resucitado" y la promesa de esa "vida nueva".

En países eslavos, como Polonia, los huevos, según la tradición, no se consumían durante la Cuaresma, por este motivo se les acumulaban, y una forma de "consumirlos" era regalarlos a todo el mundo, parientes, conocidos y no conocidos.
Para darles una apariencia de regalo, los pintaban de rojo, con pigmentos naturales. Posteriormente, fueron variando los colores, los diseños, los motivos de decoración, vamos que dejaron volar su imaginación, y con ello consiguieron alcanzar dimensiones de verdaderas "obras de arte"

En la Rusia Imperial, los huevos tenían también un papel muy importante durante la Pascua, pues para ellos, que eran ortodoxos, era su fiesta religiosa más importante.
Huevos Fabergé de imitación

En 1885 el Zar Alejandro III inició una tradición, que se prolongó hasta los tiempos del último Zar en 1917.

Consistió en agasajar a su esposa, la Zarina Maria, con una pieza de joyería, en forma de huevo.

Fue el ahora legendario joyero imperial Carl Fabergé el encargado de hacerla.

El detalle gustó tanto a la Zarina, que se decidió fabricar uno cada año y ofrecérselo con motivo de la Pascua.

Así mismo, por disposición del Zar , el regalo siempre albergaría en su interior una "sorpresa"

Este encargo "especial" se convirtió en "prioritario" para Fabergé, que se esmeraba año tras año, para inventarse diseños originales y únicos, espectacularmente acabados con piedras preciosas, oro y plata.

¡Ya veis amigas! lo que puede llegar a esconder un (en apariencia) "simple huevo"

Esta tradición, que está instaurada en todo el mundo, sobre todo el cristiano, pero también en otros credos, tiene su "cuna" en Europa, ¡sí amigas! esta no tuvo que atravesar océanos para llegar hasta nosotros, sencillamente "nació entre nosotros"

¡Que Bonito ¿no?!

No me puedo imaginar una forma más representativa de evocar la vida y su renovación.

Tenemos otros elementos festivos de la Pascua también famosos y mundialmente conocidos, como es "el conejo de Pascua" pero las leyendas que conozco acerca de el no me acaban de convencer, juzgar vosotras mismas:

Dicen que cuando fueron a sepultar a Jesucristo, en el sepulcro "se coló" un conejo dentro, que nadie advirtió y que se quedó allí encerrado con el difunto Jesús.

 Por este motivo, el conejo fue testigo de la resurrección de Jesús, incluso vio como doblaba cuidadosamente la sábana que le había cubierto, que la depositaba sobre la mesa de piedra donde había yacido y también fue testigo de que un ángel vino en su ayuda, y corrió la piedra que bloqueaba la entrada del sepulcro, para que Jesús saliera.

Dicen también que el conejo, como no sabia hablar, para demostrar su alegría, "pintó" huevos de colores y los repartió por todas partes.

¿Qué os parece?

A mi creo que se me escapa algo, no me encaja, por una parte que el conejo (como es obvio) no sabe "hablar" y por otra, sí sabe "pintar"

Lo único que le saco de bueno a esta "leyenda" es que el protagonista, el conejo, es "enternecedor"

Ahí lo dejo, pero yo personalmente, me quedo "el huevo", todo me parece bastante más coherente.

Bueno pues, ya le hemos dado un "repasito" a esta tradición y sus costumbres, tan arraigadas en nuestra cultura y en nuestros recuerdos amigas.

Imagino, y es por otra parte muy normal, que no todas compartáis ese "sentimiento"

Pero como ya comentamos al principio, si el tema no interesa, hay un sin fin de cosas que se pueden hacer, en estos dias, que además estando en primavera, son alegres y bonitos con diferencia.

¡Ah! una cosa que no os he comentado, y que para mí es muy importante, es que yo nací en estos dias de Pascua, concretamente el 12 de Abril, por lo que tiene un sello personal y diferente. Aquel año era lunes. El lunes siguiente al Domingo de Resurrección.













 Un beso grande a todas.


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